miércoles, 22 de agosto de 2012

Rafael Enrique Moreno


Rafael Enrique Moreno

Mi nombre es Rafael Enrique Moreno, tengo actualmente 32 años, escribo mis obras con el seudónimo “Rafael Enrique” y nací el 22 de diciembre de 1979 en la ciudad de Villa María, Córdoba, República Argentina.
Mi vocación por la literatura surge de pequeño, ya que a temprana edad gustaba de leer cuentos y relatos de todo tipo, que fascinaban mi imaginación y realmente llegaban a mi alma.
Comienzo a escribir aproximadamente a la edad de la adolescencia, motivado por el típico barullo interno y las necesidades de búsqueda y expresión características de esta etapa de la vida, condimentado además con el anhelo y un poco de literatura ya más del tipo espiritual, y muchas búsquedas y procesos de índole personal, también en este sentido.
Por ese entonces, en mis escritos en definitiva reflejaba y llevaba al papel todo el producto y el movimiento de mis reflexiones y vivencias internas, sin el ánimo de publicar en ese momento, sino más bien como parte de un proceso interno que culminaba de esa forma.
Así estuve mucho tiempo, llevando al papel todas las luces que llegaban a mi, para iluminar la propia búsqueda interna esa noche del alma, hasta que llega un momento en que me doy cuenta de que todas las respuestas a preguntas e inquietudes que yo siempre había tenido para mí, podían llegar también a ojos y oídos de mis semejantes, en pos de que quizás a alguien, como ocurrió conmigo, pudiera servirle la lectura, o cuando menos que ya era mucho, el simple hecho de abrir el ser y compartir el alma.
Es así que podría decirse que nace “Rafael Enrique” como escritor, en función de esa necesidad de compartir con los demás, lo que uno siente en si mismo.
De modo que espero que quien lea estas humildes líneas las reciba gratamente y con el corazón abierto, porque el sentido último intrínseco a ellas, es precisamente, que viajen de alma a alma…

Gracias. ¡Y hasta la próxima!
“Rafael Enrique”

Agosto de 2012 . Villa María – Córdoba - República Argentina.





. Algo más . 
Existe una Voluntad Mayor
que nos guía a todos,
aunque intentemos escucharla
y tratemos de percibirla o no.

Hay una Voluntad Mayor
que nos acompaña a todos,
en pos de que simplemente seamos seres,
un poquito más espirituales de lo que ya somos.

Sé de una Voluntad Mayor
que está siempre junto a nosotros,
tratando de que pasemos,
de ser simples sujetos pensantes,
a integrarnos más con el otro.

Existe, hay, y sé de una Voluntad Mayor
que nos acompaña siempre a todos nosotros,
en pos de que algún día cambiemos
nuestra ruda mentalidad y el foco,
abriendo nuestros corazones,
aunque más no sea tan sólo un poco.


 * - * - * - * - * - 
  

. Desperté y me di cuenta .
Hoy desperté y por fin me di cuenta,
que todo este tiempo estuve soñando.
Desperté y me di cuenta,
que todo realmente está conectado…

Que esta realidad, es tan sólo una pequeñísima parte,
de un todo mayor, donde todo está aún más conectado…
Estamos vivos, aquí y ahora, tan sólo para recordarnos.
Para rememorar ese todo mayor,
donde todo está aún más conectado…

La única valía digna de nosotros mismos,
es la de ser capaces de enfrentarnos a los propios espejos,
para revelarnos…

Revelarnos a los demás.
Revelarnos en los demás, a su lado…

Hoy desperté y por fin me di cuenta,
que todo este tiempo estuve soñando.
Desperté y me di cuenta,
que todo realmente está conectado…

Todos hemos venido hasta aquí,
tan sólo para recordarnos.
Ni más ni menos que a rememorarnos...

Recordarnos para revelarnos.
Revelarnos en los demás, a su lado…


  * - * - * - * - * - 
  

. El llanto de Gaia… ¡Y su nueva alegría! .
¿Querida Madre… puedo aún pedirte perdón?

Querido Hijo, yo soy tu Madre, como te negaría mi perdón.
Lo importante no es lo que me hayas hecho,
sino todo lo que aún puedes hacer por mí.

Madre mía… yo no sé que me pasó,
en un punto del camino, algo me ocurrió.

Contaminé tus aguas, vicié tu aire,
no respeté los lugares sagrados,
y caminé por donde no debía.

No hablé bien de ti a los más pequeños,
y no escuché a los verdaderos ancianos.
Con mis hermanos, discutimos hasta reñir,
y me interesé sólo en poseer y conquistar.

Oh, Madre… ¿qué es lo que te he hecho?
¿Cómo me pude olvidar de ti?

Los otros reinos y especies,
comenzaron a temerme,
y huir de mí, fue para ellos,
su mayor verdad.

De mi cuerpo, que es tu cuerpo,
ni me valdría hablar.
Tanto daño yo le he hecho,
tanto descuido y barbaridad.

El abuso irresponsable,
mi falta de identidad.
Y no obstante, él sigue conmigo,
abnegado y servicial.

Nadie me ha castigado hasta estos días,
pero siento un vacío en mi corazón.
Hoy me detengo, y te miro
me tranquilizo, y medito…

¿Cómo es qué todavía estás conmigo, Madre?
¿Cómo es que aún cuidas de mí?

Sé que me he comportado mal,
y que he mancillado tu verdad.
Hoy mi llanto es tu llanto, Madre,
y un nuevo pacto se va a sellar.

Las lágrimas resbalan por mi cuerpo,
llegando hasta ti, humedeciendo tu sagrada superficie.
Otra vez caigo de rodillas a tus brazos,
pidiéndote perdón por no haber podido ser…

Me recuesto “cuerpo tierra”,
pero esta vez ya no, como antaño,
en pos de guerra.

Esta vez quiero abrazarte, Madre,
querría redimirme y redimirte,
y que mi corazón, volviera a palpitar junto al tuyo,
como lo era en un principio,
ahora, y siempre.

Deseo volver a tus raíces,
volver a empezar.
Anhelo un mundo nuevo,
y una nueva humanidad.

Y sabes que, Madre…
Quiero también que nos vea mi Padre.
¡Sí, allí en el Cielo!
Ya que dentro de poco,
también deseo aprender a volar…

  
Y entonces, con mis alas,
que son iguales y como las suyas,
también a él, Yo, Madre,
también a él le podré ir a hablar…


  * - * - * - * - * - 
  

. Para ti .
Es más fácil olvidar que recordar.
Dicen que es más práctico,
sacarte de mi mente que mantenerte en el lugar

Que más cómo dejarte ir que retenerte,
hacerme a un lado que protegerte.
Desvincularme que entrometerme
desviar la mirada a comprometerse.

No. Yo nunca seré así.
Esa forma de ser no es para mí.

Todo lo contrario, en todo caso.
Yo estoy aquí… para ti.









domingo, 5 de agosto de 2012

Marcelo Daniel Díaz




Marcelo Daniel Díaz nací en 1981. Vivo en Córdoba. Me gano la vida como docente en letras. No creo que la literatura encierre alguna clase de trascendencia, ninguna forma del arte, pero entiendo que las cosas tendrían menos sentido si dejara de escribir. Como si la escritura por momentos le devolviera, a modo de ilusión quizá, significación al mundo.



. Satélites .
Para el ojo del astrónomo
somos pequeñas gotas que caen en la tierra
desde un cielo ladeado en sus extremos.
Y para el ojo de los seres queridos
brillan los paneles de los satélites.
No sé explicarlo: es un candado de luz
ahogando la materia oscura.



 



. La estación .
Por un instante el planeta es una estación de servicio.
Me hablaron sobre su núcleo,
un corazón incandescente y amarillo
como la capa de Flash Gordon.
El auto necesita un cambio de aceite,
pero no nos detenemos.
Cruzamos el campo
igual al disco de Led Zeppelín.
Pienso en una película de ciencia ficción,
en el horizonte las naves espaciales
relampaguean distantes.





. Newton y yo .
La manzana que cayó durante la siesta de Newton
descansa en mis manos
como un agujero negro hambriento de sentidos.
La muerte de los cometas cabe en su núcleo.
Escribo el poema
con lo que tarda un rayo de luz
en aparecer en el mundo.
Newton sabía que los árboles
trabajan a la inversa de la gravedad,
lo leyó debajo de sus píes:
en cada hombre, comprimida,
hay una descarga universal
del tamaño de un planeta.


* Los poemas precedentes corresponden al libro “Newton y yo” (Editorial Nudista, 2011).



. Transatlántico .
(inédito)

Nada los cubre más
que un manual de instrucciones
o un libro de palabras cruzadas
la cola avanza y retrocede
le hace mimos y le quita sus
juguetes para la playa
como si lo hubiese tragado una boca
de tormenta
siempre de a dos
como en la cocina
pero en la proa.
El con sus antiparras puestas,
ella con sus piernas anfibias
preparadas
para darse un chapuzón dentro del
domo;
inmunes a la lactosa
en medio del éxtasis
preferible quemarse de una vez
antes que apagarse lentamente.
La camarera escucha:
si me querés- hermosa oración
para analizar las categorías vacías.