martes, 28 de diciembre de 2010

Cecilia Araceli Olguín

Cecilia Araceli Olguín
Ella dice que escribe... y que nació en 1976 en Neuquén Capital. habría pasado su infancia en Madrid. Córdoba le otorgaría, universidad mediante, una licenciatura en Comunicación Social. Escribió, jugó al basquet, escribía y leía, participó en organizaciones politico-sociales, escribió, trabajó en radio y revistas, mas ad-honorem que pago, escribió, organizó eventos culturales, escribió, da clases, escribe, lee. Publicó autogestionadamente tres plaquetas. La primera, "Armas de Fuga" (2008). Luego se cruzó con el arte de Hernán Ganuza, profesional y artista, quien embelleció desde el diseño y la gráfica tanto “En nuevo barro, vieja lucha” (2009) como “Ella dice que escribe” (Abril 2010).
Reside en la actualidad en Córdoba Capital. Escribe habitualmente en el blog "Ella dice que escribe" (elladicequeescribe.blogspot.com)


.Peña.
Cantan con albahaca vieja en la boca.
Sólo cuando el rumor gris dibuja la ausencia
callan. En este verano
la verdad de la pregunta muda
quema cualquier mirada
pero habrán de cerrarse los ojos
antes de que alumbren
alguna respuesta.


* - * - * - * - * - *


.Burocracia.
Otro trámite.
Un formulario.
Estampar el sello.
No dormirás en mi oficina
cuando termine el expediente.

(Ella dice que escribe, plaqueta, edicion del autor, 2010)

* - * - * - * - * - *


.Tribunal Diario.
Buscás moldear lo humano
de quien morirá contento en un barranco
con dos tiros azules en el pecho
y en el segundo antes de morir
si pudiera elegir de nuevo
optaría por lo que enmudecerá su canto.

En tu libertad para usar etiquetas,
rótulos y marcadores
movés la lengua sin acercarte al barro.

Tus anteojos para juzgar de cerca
son tan de cerca tan de cerca
que sólo ves arena distorsionada por tu propio aliento.
Si las comidas con hormonas produjeran mutaciones
quizás McDonald's o el whisky adulterado
anulará de rebote
tu dedo índice de eclipses ajenos.

Creo más probable que bajemos a patadas
esa imagen de intachable y tu tribunal del mundo.

No cierra el ascensor con vos adentro.


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.Querer.
Necesita el cartel "Fin Ejido Imaginario". Pero tiembla. Y apaga otro cigarrillo junto al teléfono.

martes, 21 de diciembre de 2010

Cristina Pablos


Cristina Pablos
nació en Villa María el 10 de abril de 1941. Asistió a distintos talleres literarios. Comenzó a escribir en 1970. Publicó algunas de sus poesías en Poemario I, II y III. Participó en las Antologías Poéticas de la S.A.D.E. 2000-2001-2006-2007-2010. Desde hace 3 años incursiona en el periodismo con su columna de opinión, “Así lo veo yo”, en el semanario El Regional de Villa María. Actualmente es miembro de la Comisión Directiva de la S.A.D.E. local.
Con su autobiografía “Huellas en la sal” incursiona por primera vez en la novela en el año 2006. En 2007 presentó “A mis amigos”, un libro de semblanzas de sus amigos más íntimos. En 2008 presentó “La vida en un geriátrico”, libro declarado de interés cultural por el Concejo Deliberante de la ciudad y por el cual recibió la Mención de Honor 2009 de la SADE a nivel nacional en el género ensayo. En septiembre de 2008 presentó “Un atardecer en septiembre”, novela romántica. En agosto de 2009, editó “Willy”, un libro de literatura infantil. En noviembre del mismo año, publicó en co-autoría con Ana Angeli y Beba Gómez “Mujeres de 60, 70 y algo +”, “La vida breve de Ariel Casselli”, es una novela policial basada en una historia real.


.Soledad.
Rostro de nieve
y ausencias.
Con secretos
de última hora.
Con una historia
de amor no olvidado.
Profundidad.
Osadía.
Tristeza.
Secuestrados
los recuerdos.
Un azul difuminado
de acuarelas
y la soledad,
me envuelven.


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.Fugaz.

La belleza.
El espanto.
La alegría.
La tristeza.
La memoria
y el olvido.
Todo, todo tiene
la fugacidad
del instante.


* - * - * - * - * - *


.Cansancio.
He congelado
Los instantes
Que permiten
Hilar una vida.
Con mis recuerdos
sanando olvidos.
He conservado la magia
encerrada en una plaza,
sin escapes.
Enhebre espantos
e hice nudos
con el tiempo.
También fui dueña
de la alegría loca
de los vientos
… y de este cansancio
interminable…


* - * - * - * - * - *


.[Poema].

En su corazón
estaban empezando
a pasar página
los recuerdos.
...como una
distracción habitual.



martes, 14 de diciembre de 2010

Miguel de la Cruz


Miguel de la Cruz
Nací en Santa Rosa, La Pampa, hace 52 años. Pasé un tiempo de mi infancia en el campo y otro poco más en un pueblo llamado Anguil. Después me fui a Santa Rosa y hasta ahora me he quedado aquí.
He vivido percibiendo más aire que tierra, ya que el cielo, el viento y el polvo están bastante por encima del suelo en la pampa seca; la línea de horizonte es muy baja.
Publiqué un par de libros, pero por ser de tiradas reducidas y de poco alcance a nivel de lectores, se puede decir que soy un escritor inédito.
En breve, Ciprés Ediciones de la ciudad de Córdoba, pondrá a circular mi poemario “Es lo que no sé”. Estoy terrible. También acabo de publicar en este blog.







.El TUCÁN muerto DEL POETA muerto.
Yo te registro
en el cuaderno de las frustraciones de este mundo
pues para eso viniste:
para la inutilidad de nacer

Carlos Drummond de Andrade (1902-1987)
“Elegía a un Tucán muerto” (su último poema, 31 de enero de 1987)




El tucán exhibido en un recreo de la ciudad
le sirve al poeta para sacar una cruel conclusión:
Inútil que el tucán naciera,
mejor hubiera sido que cediera su lugar a un jaulón.

Detrás de una denuncia así
suele estar el fracaso de la poesía,
el poeta purgando en la víctima
todas las veces que quiso leer sus versos a los gritos en la plaza pública,
conciente de que le dieran más bola a un tucán que a sus poemas.
El altar de su cabeza le trae sueños contradictorios.
Unas compañías que él echó de su casa
ahora comparten su memoria,
se han alojado en esa altura exquisita
que él idolatra de su cuerpo,
porque, claro, es con la memoria que enjuicia el olvido,
y ahora estos fantasmas, que vienen de allí, le demandan presencia,
no una decisión a voluntad, sino un tipo de presencia vaga,
hablando en un mar de viento, entre nubes eléctricas,
siendo uno de ellos, que los atienda de punta en blanco
como si no hubiera pasado nada importante ni comprometido
y sólo él se hubiera desubicado por celos de prudencia.

Dónde quedó el tucán, dónde el poeta.
Aquel día que lo vio muerto
y lo imaginó prisionero de la vulgaridad,
todo ese día y los siguientes
tienen menos fondo que el instante
en que el tucán pudo darle al poeta
su perfil de banana pintada en un aro de oro
y continuar girando con otras diversiones
que habían enrejado la ciudad
exhibido vivo
exhibido muerto.

(Del libro inédito “Varios poetas”).



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.Poeta suplicante.
a Ana Gadea, por lo que nos contaste anoche

“Pero donde más sufría, era en la memoria.”
Felisberto Hernández


Señor, no hagas que renazca en la India,
echado a la multitud como un adefesio,
arrastrándome con menos huesos que lo normal,
pidiendo por Vos hasta cuando pido limosna:
“Señor Señor una ayudita”.

Cuándo parará mi corazón de vivir en un hilo,
amenazado por catástrofes,
sin tiempo para otros programas
que los espectáculos de muertos.

Todas las profecías son ruinosas,
nos hunden a todos por igual
en la misma sentencia: “Las pagarán por lo que han hecho”.
No me mandes a la India, Señor.
Hay tanta gente allí
que es difícil sentirse de paso,
imaginate: todos tirados en la calle,
prefiriendo la muerte a la vida, podridos del mundo.

Por una vez dejame descansar
de los renacimientos vengativos.
Bastante tengo ya conmigo:
soy tantos, que no me encuentro;
debí perderme en varios idiomas,
atascado en charlatanerías,
mordido por serpientes
en la caca negra del pantano.¡Siempre hablando hacia abajo,
oyendo hacia abajo, callando hacia abajo!

Basta de abismos, dame altura, Señor,
debo llegar a la panadería
donde el Viejo Parra
me ha preparado el pan que anoche le encargué.


Le dejo las monedas. Él no está.


(Del libro inédito “Varios poetas”).


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.Saludando al águila.
El día se alarga
y los ruidos duran hasta tarde.
Oírlo todo es rodearse de catástrofes.
Cuando las horas son más luminosas
los monstruos son tan claros
que ocupan el lugar de la gracia.
El deseo baja por la voz
y se enrosca
como una guadaña en el sexo.
Ella empieza a desnudarse de atrás,
retrocede hacia el borde
donde empiezo yo.
Es su cara sagrada,
la fruta que entremusla
repartida en dos para mí.
La huelo alzando el labio por detrás
y al venírseme
ya me doy por entrado a la cama revuelta.
Cómo grita. Me hace sentir enorme.
En las ventanas, no hay frondas,
no cuchichean los pájaros vecinos.
Anidan la velocidad de los polvos,
el velo de la gente a motor.
Todos andan en moto, todos con sus pechos
de mal ganadas medallazas,
los rapas, los hocicos de perro, los chapones,
todos hablan en moto, viven, mueren y renacen en moto,
tienen día para largo, arriba, abajo, ¡motodos!
aceleran y no terminan de pasar
que ya pegan la vuelta
y braman otra vez.
Motos motos.
Prisión de mole fascista, hinchada de barrio,
veo la gramilla que sigue
una grieta de baldosón,
abre un relámpago en la cloaca profunda,
su ruina es mi ensueño,
lo veo ahora con verdor:
más que un galeón hundiéndose,
¡la riqueza al fondo!
El barrio que termina en orinal antiguo,
yo que vuelvo a celebrar la luz,
envuelto otra vez en un verano,
parado en una cresta del derrumbe, saludando al águila.

(Del libro inédito “Saludando al águila”).



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.Escrito con tu pluma.
Me estás extrañando
porque te estoy extrañando.
Me recordás
porque te recuerdo.
Nada sin el otro permanece fuera
de estos tenues avisos,
de estos llamados casi imperceptibles
que se reflejan y atraen.
Si uno se inquieta
el otro se mueve de su silla
y cambia de posición:
se levanta y piensa
qué estará extrañando o recordando
la otra parte incompleta
de la otra mitad agitada.
Alguna vez nos extrañamos sin recordarnos.
Ya nunca será al revés.





(Escrito en tinta china con una pluma de flamenco, por Miguel de la Cruz,
firmado con seudónimo, para su amada clandestina. Julio de 1996).




* La foto de Miguel fue tomada por Jimmy Rodríguez (2009).

martes, 7 de diciembre de 2010

Marcelo Dughetti

Marcelo Dughetti
Me llamo Marcelo Dughetti (40 años). Soy un cuervo embalsamado en el anillo de un gigante.
Tengo esposa e hija que me extrañan y eso es bueno. Trabajo y reviento. Amo y reviento.
Escribo y reviento. Como y reviento. Nada de lo que me dan se cobra barato. Y a nadie dejo pasar sin cobrar peaje. Alma mezquina, dicen los muchachos. Nací como Charly sin poder y con Videla allá por la década del ‘70.
Mis padres no se jugaron por nada. Mis hermanos hicieron lo que pudieron. Aprendí los rudimentos de un oficio inexplicable leyendo a un herrero. Supe algo más sobre la amistad y otras ciudades gracias a Carlos, Iván, Alejandro, Sebastián, Alexis. A ellos agradezco estar de pie. Mi brújula ética son las Madres de Plaza de Mayo. El lugar en el que vivo, está rodeado de poetas, soja y leche.
No soy feliz. El psicólogo me dice que insista, que algún día… Publiqué algunos libros de poesía y narrativa. Hay un mar de desaparecidos que vienen a buscarme la memoria y no puedo comer sin sentir asco. Suelo caminar hacia el horizonte para bajar el colesterol y alcanzar lo que me falta.




.N.
No son necesarios los poetas.
No son necesarios los poetas y menos los malos poetas, no hacen falta.
No con esos cuadernos y las Bic trazo grueso de color verde.
No hacen falta los poetas, no son necesarios.
No con esas lluvias y esos ahogos.
Hace falta eso si la pala que se herrumbra tras los zapallos.
Los días no laborables de la semana santa.
La respiración de un hijo acompasando la sangre.
El pan de una mujer .
Los perros,
los pocos amigos
y el café en la mañana domestica.




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.F.
Esta la escopeta de tu padre,
resplandece en la habitación cerrada.
En el silencio suelo imaginar el sonido de este animal de la cultura.
La carnadura del fuego en su vientre frío,
la ternura del nácar tallando un nombre griego
la línea de la desgracia como un platinado presagio
su ilusión de caballo aplastando la vida
los ojos de la desgracia anunciada desde su nacimiento.




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.Y.
Vencido me declaro vencido
cierro mi cuaderno muchas veces al día.
Y muchos otros pienso que escribo a pesar de todo
el poema que no leerá nadie
esa palpitación asmática en los anaqueles de alguna librería de mi pueblo.





* - * - * - * - * - *

.X.
El poeta
Es un saco de mierda.

tirado
al costado de las vías

protegido por perros sarnosos

envuelto en diarios
que no dicen nada.

Poemas pertenecientes al libro Semana Santa

(inéditos salvo “el poeta” que fue publicado por Pan comido ediciones).