En la ciudad sin mar,
el amor es agua.
Mario cerraba el evento,
tiene cáncer en el cerebro me dicen,
hace un año que no toca.
Perdió un ojo y media boca,
pero no el corazón,
y Mario lo menciona mientras pide disculpas
por el fallo que nadie oyó,
nos ofrece Titanic y su Saxo,
el barco de su vuelta a la lucha.
Mario mira el mar,
a nosotros las lágrimas nos congelan la cara.
Ya en mi cabeza no suena otra cosa que un Cello
y una lluvia que no moja.
Una forma de debilidad me crece en la piel,
no se avanza arrodillado ante la tristeza,
el silencio de los que no cuidan
lastima más que un bisturí.
Me acostumbré a no joder,
como si en eso creara un manual
de instrucciones de supervivencia.
La poesía me abandonó,
me dejó en la calle,
hace días que no se banca mi dolor en el pecho,
mi tos histérica,
esa flema que reemplazó la sangre,
no tolera mi debilidad.
Me abandonó como quién lo hace
con lo que percude, resisto,
me rescato construyendo barcos
de papel glacé,
y solo soy un caballo con miedo en un salto ornamental.
La poesía me abandonó en una esquina,
está sentada al lado de la travestí
más linda del Mercado.
Mis dedos no sirven ni para señalar.
Milagros
Una cajita musical en manos de una nena respira
unos acordes celestiales y barrocos.
Alguien come un asado quemado en un galpón
lleno de leña y vino barato,
y rebuzna “quién dice que en la Argentina hay hambre”.
Otro nene de tres años con la cabeza frente al televisor
llenándola de dibujos animados,
y gritando cada vez que lo apagan.
Quieren internar a todo el mundo que piensa distinto.
Los conservadores.
Dos perdedores renuncian a un par de medias,
consideran que esas cosas se consiguen sin pensar.
En los viajes, los bares nos tientan con la palabra mágica
“Minutas”.
La gente sin conocerse eleva la mano invocando el saludo.
Con las uñas largas, llenas de tierra y un hacha,
hay quien maltrata a la leña como a su pasado.
Un gordo maneja un camión,
y asoma la cabeza, toma aire y putea.
En la vidriera de un kiosco,
se toma cerveza como en una plaza.
Un flaco de cincuenta años tiene un kilo por año
y una tristeza por kilo.
La vida tiene extrañas formas de manifestarse.
La patria de los poetas es su lengua,
pero también es su infancia.
Raro alumbra los ojos de los perros con su sonrisa.
Raro es una foto hermosa.
Samanta Morton
El encendedor,
los escalones
del Museo Genaro Pérez,
la adrenalina de la primera vez,
vos sentada,
tus uñas negras
y el flequillo que te cabe,
sonaban las sirenas
y la gente se multiplicaba,
pasaba algo.
Alguien hablo de que
no podía tener hijos,
y que lo intentaba;
a sus espaldas pasan
cientos de personas,
y él solo reflejaba esa soledad
que los ojos no perciben.
El encendedor Spar
y la película de Samanta Morton.
Ya nadie busca a López.
Reynolds
Los que se parecen a los pájaros.
Los downs caminan sin hacer ruido
con la espalda inclinada.
Con una mano imaginaria en el hombro.
Apurados o lentos.
Sin término medio.
Esquiando sobre su saliva.
Observadores de la nada.
Aferrados a cualquier cosa material
que denote pertenencia.
Down no es caer.
Las manos en los bolsillos acomodando
un sexo que no usarán. Robustos
y con el culo lleno.
Sin vida útil.
Vedados de ser padres o madres.
Abrigados con colores sin combinación.
Protegidos por seres que entienden la diferencia.
Que saben abrazar.
Que saben que nunca será igual.
Ellos cultivan la paciencia del ser humano
mejor que cualquier religión.
¿Cuántos años podrán existir?
El viento me golpea el cuello.
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2.DATOS BIO-BIBLIOGRÁFICOS
Iván Ferreyra: Sodero. Mecánico. Carnicero. Portero de edificio. Jugador de Fútbol. Escritor de horóscopos. Periodista. Gerente de whiskería. Vendedor de parcelas de cementerio parque. Vendedor de destornilladores de precisión a ciegos y gitanos. Manager de hinchas de fútbol. Editor. Divulgador de Discurso. Llenador de mariposas en la panza. Enfermero alpinista. Animador de feriados. Activista de internet. Performer. Blogger. Escritor.
Sus blogs:
http://actitudpjharveyx.blogspot.com.ar/
http://antiplanx.blogspot.com.ar/
http://elplayerox.blogspot.com.ar/
http://facundoriveraalegre.blogspot.com.ar/
http://ivanferreyra.blogspot.com.ar/
http://ivanferreyran2.blogspot.com.ar/
http://jorgexjorge.blogspot.com.ar/
http://manualdelucha.blogspot.com.ar/
http://matemosajorge.blogspot.com.ar/
http://nataliapepagaitan.blogspot.com.ar/
http://osvaldojorgebayer.blogspot.com.ar/
http://polosecki.blogspot.com.ar/
http://poloseckix.blogspot.com.ar/
http://recovecosx.blogspot.com.ar/
http://revistarecovecos.blogspot.com.ar/
http://rodolfojorgewalsh.blogspot.com.ar/
http://rompehielosx.blogspot.com.ar/
http://severinavuckovicx.blogspot.com.ar/
http://unbarenelcielo.blogspot.com.ar/
http://unachicakaurismaki.blogspot.com.ar/
http://venganzadelosdelfines.blogspot.com.ar/
http://xcanals.blogspot.com.ar/
http://zepolx.blogspot.com.ar/
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Raro, por Iván Ferreyra, 1a ed., Villa María, El Mensú Ediciones, 2012, 170 p.; 20x14 cm, ISBN 978-987-1894-02-4. http://elmensu.blogspot.com.ar/2012/09/raro-ivan-ferreyra_17.html
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Versión Libre
Lo insoportable
Por Carlos Schilling
Lo insoportable
Por Carlos Schilling
¿Con quién hablan los poemas de Iván Ferreyra? Todos parecen dirigirse a alguien definido (una chica, un amigo, un artista, una novia, una ex novia, un travestí), pero hay algo, un obstáculo invisible, que siempre los desvía de su trayectoria original y los vuelve erráticos. Es como si la persona que debía escuchar de pronto se hubiera movido o se hubiera retirado y en su lugar no quedara nadie.
Esa desaparición del destinatario en cierto modo está cifrada en la contratapa en la que sólo figura una pregunta: “¿Dónde está Julio López?”. Raro se inscribe así dentro de un programa artístico y político de Ferreyra, quien hace años desarrolla una especie de activismo extraño, individual y colectivo a la vez, en el que la figura de López, ese desaparecido de la democracia, es una interrogación abierta y una preocupación constante. Lo confirman el epígrafe (“Raro es que no aparezca López), algunas menciones en los poemas y una foto del autor con un barbijo en el que se lee “Love López”.
Esa desaparición del destinatario en cierto modo está cifrada en la contratapa en la que sólo figura una pregunta: “¿Dónde está Julio López?”. Raro se inscribe así dentro de un programa artístico y político de Ferreyra, quien hace años desarrolla una especie de activismo extraño, individual y colectivo a la vez, en el que la figura de López, ese desaparecido de la democracia, es una interrogación abierta y una preocupación constante. Lo confirman el epígrafe (“Raro es que no aparezca López), algunas menciones en los poemas y una foto del autor con un barbijo en el que se lee “Love López”.
Pero en todo caso esa dimensión política aparece integrada, o mejor dicho, provisoriamente mezclada – ya que los poemas de Ferreyra tienden a la desintegración – con otras dimensiones de la vida personal, y de ese modo el discurso poético se vuelve más grumoso, más espeso, con algún ingrediente equivocado en la receta, algo que sobra, algo que no encaja en la formúla.
Es una vía del exceso, que en términos vitales se encuentra a medio camino entre la bohemia y el reviente, pero que en la materia de los poemas se revela en la abundancia de referencias literarias, musicales, cinematográficas, televisivas, históricas y personales, que son como un capital que Ferreyra está dispuesto a derrochar una y otra vez: “Cuando te gustan demasiadas cosas/ se vuelve insoportable vivir/ Como una bolsa de monedas que se te rompe en las manos”.
Y en ese capital también hay que contar los sentimientos que afloran en mayor o menor medida en casi todos los poemas y generan un tono singular que se adapta tanto a la ternura (ver: “Petra”) como al entusiasmo ver: “Viva Néstor para Siempre”) o a la descripción ver: “Charles Bronson”) y que se sostiene a lo largo de los más de 80 textos del libro.
¿Y qué o quién es “Raro”? ¿Un alter ego? ¿Un fantasma? ¿Un hombre? ¿Una mujer? ¿El momento en que uno se vuelve otro o viceversa? Sustantivo y adjetivo al mismo tiempo, “raro” no obstante funciona como un verbo, la acción poética de enrarecer la realidad mediante los actos y las palabras.
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Los niños no deberían tener secretos.
Marcelo Dughetti entrevista a Iván Ferreyra
¿Qué se siente ponerle una bomba a la literatura bonsái?
Hace poco le pregunte a Alejandro Schmidt en una lectura de poesía, si en alguna de las tantas lecturas que escucho y participó, vio alguna vez a alguien del público llorar, respondió que no, luego, vino y me dijo, “la poesía no tiene que conmover, tiene que destruir”. Él fue el primero que me publicó. Uno de los que me alentó a armar la bomba.
¿En Raro está la melancolía de un pasado de oro pero también la necesidad de vivir conectado, enchufado, en un poema, el 39 se lee “El niño de la pelota juega solo, ya nadie salta paredones en busca de frutas prohibidas, ni roba flores de los jardines, ya no se juega en las calles”. Y en otro poema, el 72 decís “vivir sin luz, odiar el sol, amar la electricidad”. O en otro “nunca estás solo con un tubo fluorescente”. Eso junto a una revalorización de todo lo que sea redes virtuales, ¿como conviven esos dos mundos?
El pasado de oro habita en facebook, un especie de nuevo paraíso de la estupidez, dónde conviven los recuerdos y los deseos de lo que no podrá ser, y ahí estamos fingiendo no estar solos, presumiendo sabiduría y acciones que nos hacen mejores a los demás, y sí lo sabes llevar es algo positivista al menos. Nadie es igual con todas las personas, y esos mundos conviven de esa forma, como pueden, atrayéndose y repeliéndose como nosotros y nuestras relaciones de este siglo tan extraño. .
Marcelo Dughetti entrevista a Iván Ferreyra
¿Qué se siente ponerle una bomba a la literatura bonsái?
Hace poco le pregunte a Alejandro Schmidt en una lectura de poesía, si en alguna de las tantas lecturas que escucho y participó, vio alguna vez a alguien del público llorar, respondió que no, luego, vino y me dijo, “la poesía no tiene que conmover, tiene que destruir”. Él fue el primero que me publicó. Uno de los que me alentó a armar la bomba.
¿En Raro está la melancolía de un pasado de oro pero también la necesidad de vivir conectado, enchufado, en un poema, el 39 se lee “El niño de la pelota juega solo, ya nadie salta paredones en busca de frutas prohibidas, ni roba flores de los jardines, ya no se juega en las calles”. Y en otro poema, el 72 decís “vivir sin luz, odiar el sol, amar la electricidad”. O en otro “nunca estás solo con un tubo fluorescente”. Eso junto a una revalorización de todo lo que sea redes virtuales, ¿como conviven esos dos mundos?
El pasado de oro habita en facebook, un especie de nuevo paraíso de la estupidez, dónde conviven los recuerdos y los deseos de lo que no podrá ser, y ahí estamos fingiendo no estar solos, presumiendo sabiduría y acciones que nos hacen mejores a los demás, y sí lo sabes llevar es algo positivista al menos. Nadie es igual con todas las personas, y esos mundos conviven de esa forma, como pueden, atrayéndose y repeliéndose como nosotros y nuestras relaciones de este siglo tan extraño. .
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Suicide Blonde: Un viaje a Cyterea Por la peatonal amarga
Reseña del libro "Raro" de Iván Ferreyra¿Qué isla es ésta tan negra y triste?- Es Cyterea,
nos dicen, un país famoso en las canciones,
Eldorado trivial de todos los solterones.
Mirad, después de todo es una pobre tierra.
Cualquier intento de definir la prosa o el verso prosáico de Iván Ferreyra difícilmente superaría la entrevista que Juan Terranova le hace y que, por tal motivo, me atrevo a reproducir sin permiso de los autores, a la orden del día con los adelantos tecnológicos que ciertamente nos permiten re-democratizar el universo cultural a la manera de la babélica biblioteca borgeana.
Iván Ferreyra es un poeta de la experiencia urbana, un “callejero” y bien podría asumir esa figura de sucesor del grupo devorado por el fuego. Un irreverente con aire gótico y ganas de poetizar la angustia cotidiana a lo Nirvana: un buen solo de guitarra y detrás “esa oscura tristeza de baldío” que pintó Borges.
El desgarrado grito de Baudeleaire sobre los adornos de las tumbas o la melancolía de Pessoa dejando atrás un tranvía amarillo en su pueblo natal, sobrevuelan esas páginas tamizadas por los restos de la “escoria cultural” de la ciudad letrada: la música, el cine, la tv, en fin, el pastiche.
Raro es un tipo oscuro que atraviesa la grieta de una ciudad herida y partida en dos: ricos y pobres; doctos e incultos, matones y suicidas.
Un tipo raro, que sueña aún con la ciudad anarquista de Bakunin: el amor libre, las palmeras, el sol sobre la cara y el trabajo noble, mientras el asfalto le carcome los pies cansados de la desesperanza.
A este libro que camina la ciudad le fascina el rock y el glamour del cine de culto. Tiene un gesto irreverente y no puede subsumirse en el mundo del capitalismo tan livianamente como otros.
Así me lo imagino a Raro, un libro de poemas que el autor deja -cual trotamundos- a rodar por los subsuelos de “La Docta”.
Ferreyra es un bohemio, pero no es un dandy. Es un heredero de los poetas malditos y la “boheme” parisina que misteriosamente quedó soñando versos sobre Colón y Gral. Paz, en esa ciudad de pobres corazones, una metrópolis que cruelmente reproduce un sistema de castas, tal como la imaginó Fritz Lang hace casi un siglo.
Bohemia: Incapacidad del arte de subsumirse a una vida monótona y gris. Brecht y Beckett lo dijeron.
Cuando hablaba con Ferreyra sentía flamear su capa invisible y pensaba que a lo mejor, no muy lejos estaba su “batimóvil”, esperando para atrapar por primera vez a los malos de verdad. A los “de arriba”.
Obsesionado con Julio López y con Facundo Rivera Alegre. Esos desaparecidos en democracia. Por las “Basuras de la Alta Suciedad”: hipocresía, impunidad, dolor y un baile que no llegó a su fin.
Lo de Ferreyra es puramente humano. Poemas con convicciones. Palabras como ballestas.
Poesía en pocos caracteres. Gratuitos por wifi.
Cada libro suyo que anda desperdigado por la Metrópolis busca una arteria abierta de la Ciudad. Una vena abierta de la comunidad. “Escribir para no morir”.
Un lector implícto: Una muchacha de mirada esquiva y atuendo punk.
Este libro tiene menos dolor y más alegría que los otros. Una sinestesia extraña que los conjuga paradojalmente: dulce melancolía o amarga felicidad.
Un viaje a Cyterea: un lupanar al aire libre, producto de la embriaguez de Baudelaire, perversión, desolación, exitación: eros y thanatos.
Los poemas de Raro me recuerdan también a esa “suicide blonde” de la canción. Me la imagino saltando de un poema y borrándose con el codo la sangre seca a lo Kill Bill.
Su musa inspiradora: Ferreyra está de vuelta.
Publicado en http://ladoctaliteraria.blogspot.com.ar/
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IVÁN FERREYRA. Un tipo RARO
Nuevo poemario del escritor cordobés
Por Darío Falconi
Nuevo poemario del escritor cordobés
Por Darío Falconi
Hablar de Iván Ferreyra es hablar de un tipo raro. Es alguien que sale fuera de lo común, alguien que dice y hace lo que piensa, alguien que sale desnudo a la calle a mostrarse como es. Auténtico. A la hora de presentarse Ferreyra deja de lado todas las poses eufemísticas y paquetas, para esgrimir su ecléctico vitae: “Sodero. Mecánico. Carnicero. Portero de edificio. Jugador de Fútbol. Escritor de horóscopos. Periodista. Gerente de whiskería. Vendedor de parcelas de cementerio parque. Vendedor de destornilladores de precisión a ciegos y gitanos. Manager de hinchas de fútbol. Editor. Divulgador de Discurso. Llenador de mariposas en la panza. Enfermero alpinista. Animador de feriados. Activista de internet. Performer. Blogger. Escritor.” En esta enumeración está la esencia que nutren sus escritos, quizás por ello las coloca a todas en el mismo nivel, porque todos han sido importantes y porque allí está la vida, la verdadera vida.
Acaba de publicar RARO, su quinto libro y segundo poemario. En esta oportunidad y a lo largo de 83 poemas Ferreyra habla de todo; al decir del poeta local Marcelo Dughetti este volumen “estalla como una bomba y vuelan miles de fragmentos”. Dentro de una cubierta negra y con letras en mayúscula sostenida, RARO nos genera intriga y curiosidad. Quien se tope con este libro está tentado a tomarlo. Podrá girarlo y leer en la contraportada “¿Dónde está Jorge Julio López?”, que es una de las tantas maneras que Ferreyra ha encontrado para seguir bregando por el paradero del albañil y militante peronista, desde su lugar, para que esta búsqueda no sea devorada por el olvido.
RARO es un libro de poemas, Ferreyra contradice todas las modas, un poemario de casi 100 piezas no es algo común. Quienes han leído sus anteriores novelas, seguramente ingresarán a la lectura con cierto prejuicio de encontrarse un Ferreyra oscuro, embrollado o revulsivo; sin embargo la oscuridad que ofrece las tapas de este libro, no alcanza para opacar la luz que se encuentra en su interior. Nos encontramos con un escritor sensible y hasta tierno que asevera que “publicar un libro es tatuarse una palabra hermosa”.
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LECTORES RAROS
Por: Cecilia De Lucio (Poeta)
Raro es la abuela que nos duele.
Es el choripanero al que se le fueron las palabras
el día en que la tristeza se vistió de país.
Raro dice No puedo elegir el dolor de los demás
Es el choripanero al que se le fueron las palabras
el día en que la tristeza se vistió de país.
Raro dice No puedo elegir el dolor de los demás
mientras guarda la luna entre sus ruedas.
Tiene el olor de la mujer que te atravesó
bordando
y de las que se quedaron a mirar tus cicatrices.
Es una conversación de día nublado. De perros y vecinas.
Raro está lleno de preguntas que rompen.
¿Dónde está Jorge Julio López?
Raro es el lugar de los que perdieron todo,
menos la ternura.
Tiene el olor de la mujer que te atravesó
bordando
y de las que se quedaron a mirar tus cicatrices.
Es una conversación de día nublado. De perros y vecinas.
Raro está lleno de preguntas que rompen.
¿Dónde está Jorge Julio López?
Raro es el lugar de los que perdieron todo,
menos la ternura.
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Presagios del extrañamiento.
Por Santiago Pfleiderer,Diario Alfil, martes 25/09/12
Raro (del latín rarus): (Adj.) Que se comporta de un modo inhabitual. Extraordinario, poco común o frecuente. Escaso en su clase o especie. Así es el nuevo libro de Iván Ferreyra.
Él es un escriba tatuado por la tinta de los muertos, de los desaparecidos, de los desengañados; tatuado por albinos, ciegos y mordido por perros callejeros. Iván Ferreyra recrea mitos desde las bocacalles, desde el Mercado Norte, desde Alberdi, desde Canals y La Carlota. El escritor que junto al dramaturgo Jorge Villegas y al poeta Omar Hefling llegó en un Ford K a La Higuera y a Vallegrande, los lugares donde asesinaron e inmortalizaron al Che Guevara.
Iván Ferreyra es un mensajero de cemento y graffiti. Oriundo de Canals (provincia de Córdoba), Iván –el N2- es el gestor cultural de los que no entran en las agendas. Ex boxeador y gerente de una whiskería, inventor de horóscopos, periodista y autor de los libros El Resentimiento, El hombre Que Ganaba Por Cansancio, Llueve y Bambi. También es el buscador incansable de Jorge Julio López, el editor de la revista Polosecki Magazine, de la editorial Antiplán y el creador de miles de blogs y de eventos para-kulturales como Otoño Sucio/Hermosa Tristeza, La Furia del Libro y los Jueves Malditos. Y acaba de presentar Raro, un nuevo libro de poemas.
Agitador cultural por excelencia, El N2 –como se denomina el escritor- es un activista en diferentes flancos. Desde Facebook provoca incansablemente. Y me refiero al activismo no como algo snob y puramente virtual, sino como una actividad constante de agitación desde la red social que se ve en hechos que se registran día a día en diferentes ámbitos de la ciudad: intervenciones artísticas y políticas, performances estéticas contra el aburrimiento de una ciudad donde comer choripanes de día es un delito.
En su prosa o en sus versos, Ferreyra le hace el aguante a Libros Son, a las editoriales independientes, a los músicos independientes, a los fotógrafos hermosos de esta ciudad como Tomás Barceló Cuesta, a Flay Belzagui y a los Músicos en la Calle. El Under es como un baño de hipermercado: montones de números haciendo cola al final de la noche para ir a mear. La tinta vibra en las noches donde un escritor le confiesa cosas a la mesa de un bar que cierra. Sonará feo para los pulcros oídos de algunos, pero la realidad tiene gusto a tinta y a vino en caja. Sino, váyanse al bar que está enfrente del colegio Monserrat y hablen quince minutos con el Cabezón Sotelo. Tiene boina roja y su compañía es una botella de Brahma.
Él es un escriba tatuado por la tinta de los muertos, de los desaparecidos, de los desengañados; tatuado por albinos, ciegos y mordido por perros callejeros. Iván Ferreyra recrea mitos desde las bocacalles, desde el Mercado Norte, desde Alberdi, desde Canals y La Carlota. El escritor que junto al dramaturgo Jorge Villegas y al poeta Omar Hefling llegó en un Ford K a La Higuera y a Vallegrande, los lugares donde asesinaron e inmortalizaron al Che Guevara.
Iván Ferreyra es un mensajero de cemento y graffiti. Oriundo de Canals (provincia de Córdoba), Iván –el N2- es el gestor cultural de los que no entran en las agendas. Ex boxeador y gerente de una whiskería, inventor de horóscopos, periodista y autor de los libros El Resentimiento, El hombre Que Ganaba Por Cansancio, Llueve y Bambi. También es el buscador incansable de Jorge Julio López, el editor de la revista Polosecki Magazine, de la editorial Antiplán y el creador de miles de blogs y de eventos para-kulturales como Otoño Sucio/Hermosa Tristeza, La Furia del Libro y los Jueves Malditos. Y acaba de presentar Raro, un nuevo libro de poemas.
Agitador cultural por excelencia, El N2 –como se denomina el escritor- es un activista en diferentes flancos. Desde Facebook provoca incansablemente. Y me refiero al activismo no como algo snob y puramente virtual, sino como una actividad constante de agitación desde la red social que se ve en hechos que se registran día a día en diferentes ámbitos de la ciudad: intervenciones artísticas y políticas, performances estéticas contra el aburrimiento de una ciudad donde comer choripanes de día es un delito.
En su prosa o en sus versos, Ferreyra le hace el aguante a Libros Son, a las editoriales independientes, a los músicos independientes, a los fotógrafos hermosos de esta ciudad como Tomás Barceló Cuesta, a Flay Belzagui y a los Músicos en la Calle. El Under es como un baño de hipermercado: montones de números haciendo cola al final de la noche para ir a mear. La tinta vibra en las noches donde un escritor le confiesa cosas a la mesa de un bar que cierra. Sonará feo para los pulcros oídos de algunos, pero la realidad tiene gusto a tinta y a vino en caja. Sino, váyanse al bar que está enfrente del colegio Monserrat y hablen quince minutos con el Cabezón Sotelo. Tiene boina roja y su compañía es una botella de Brahma.
Raro, el último libro de Iván Ferreyra (El Mensú Ediciones, 2012), contiene ochenta y tres poemas que se dibujan en una laguna oscura, en un terreno pantanoso como el delirio febril o experimentaciones oníricas donde el olor de una almohada, la oscuridad de una habitación cerrada, los besos y el perfume del sexo se mezclan con el olor a aceite quemado de las motitos de la rotisería y con las frutas podridas del Mercado Norte.
Al mejor estilo del poema “Sea (sounds of the Pacific Ocean at Big Sur)”, de Jack Kerouac, o a “Howl”, de Allen Ginsberg, Ferreyra escribe odas a realidades desvencijadas pero con cierto aire de exabrupto, de sorpresa y de una ingenuidad generada por el cansancio.
Al mejor estilo del poema “Sea (sounds of the Pacific Ocean at Big Sur)”, de Jack Kerouac, o a “Howl”, de Allen Ginsberg, Ferreyra escribe odas a realidades desvencijadas pero con cierto aire de exabrupto, de sorpresa y de una ingenuidad generada por el cansancio.
Los poemas son raros. Raro es que no aparezca Jorge Julio López. Raro es salir de joda un domingo, como los mozos y los peluqueros. Raro es ver un perro con brackets. Raro es que el Teatro Comedia no esté funcionando. Raro es tener sexo con una prima. Raro es el perdón, y raro es el resentimiento.
Uno va en la constante búsqueda de aquello que perdió, un camino hacia la redención. La vida es eso que te ocurre mientras la Mole Moli baila por un sueño. La vida es una sucesión de asados, dicen.
Uno va en la constante búsqueda de aquello que perdió, un camino hacia la redención. La vida es eso que te ocurre mientras la Mole Moli baila por un sueño. La vida es una sucesión de asados, dicen.
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4.EXTRAS
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5.COMPRAR
Una buena manera de colaborar con los poetas, para que puedan seguir publicando, es comprándole sus libros. Si te gustaron estos versos, no dudes en escribir a su autor.
Para comprar "Raro" de Iván Ferreyra, pueden escribirle a: ivanferreyra@gmail.com o mensu.ediciones@gmail.com
Una buena manera de colaborar con los poetas, para que puedan seguir publicando, es comprándole sus libros. Si te gustaron estos versos, no dudes en escribir a su autor.
Para comprar "Raro" de Iván Ferreyra, pueden escribirle a: ivanferreyra@gmail.com o mensu.ediciones@gmail.com
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